jueves, 23 de febrero de 2012

Con Sheyla en el Más Allá

En la madrugada escuche a mi padre decirle a mi madre, que Antonio su amigo, le contó que en el distrito de San Miguel vendían una casa grande, pero antigua, lo mejor de todo era que estaba tirada de precio, y muy cerca del trabajo. Tal vez se animarían a comprarla, pensé yo. Mis viejos andaban ahorrando, desde hace mucho. La casa donde vivíamos era muy pequeña. Eramos 6 dentro de unos cuantos metros. Papá madrugaba para irse a trabajar. No levantaba  para nada a mi madre. Él sabía que cuidar a 4 hijos, ya era mucho trabajo. Cogía el micro, y se iba. Era inevitable no escucharlo cuando se salía, ya que la puerta era muy antigua y tenía una especie de campana, que le puso mi madre, de seguridad. La casa estaba en una especie de quinta. Las casas de abobe y quincha, y muy altas, hacían pensar que el tiempo se había estancado ahí.

 Mi barrio, no es tan populoso, grande si. En la época colonial, fue un núcleo muy importante. Se cultivaba caña de azúcar y algodón. La migración asiática hizo que el pueblo se hiciera más importante en ese tiempo. Y en ese lugar, un hacendado muy rico edifico una gran casa, tan enorme. Cuenta la historia, que al ser tan grande aquella casa, el gobierno local, le impuso que pagase unos tributos, que él acepto pagar. Pero pasado un tiempo. Cuando aquella casa, ya era propiedad de los descendientes, una gran sequía, producida por el fenómeno del niño, hizo que ellos quedasen sin dinero. Y al no tener como pagar esos tributos, el gobierno les quito aquella enorme casa. Al pasar los años, el pueblo fue creciendo, pero aquella enorme casa, quedo en pie, a pesar de sismos, y torrenciales lluvias. Ahí empezó a funcionar, el salón de reuniones de los vecinos, y se hacía toda clase de actividades. Pero con el correr de los años, muchas leyendas y mitos se tejió en torno en aquella. Le llamamos "La Casona" a pesar que habían casas que la rodeaban, y digo rodeaban, era por que estaba en el centro mismo, decían que en esa casona penaba, y que algunas veces salía "la llorona". Los adultos, nos decían que no hiciéramos caso, pero algunos no. Siempre afirmaron que ahí si penaba, por que habían visto cosas muy extrañas en la noche. En los jardines de aquella casona, colocaron unos juegos recreativos para los niños. Por la noches, cuando no había escuela, siempre nos reuníamos a jugar, casi todos. Eramos un montón de chicos, algunos como yo con 8 años, también estaban mi hermano Eduardo y mis primos. Después de jugar (canicas, kanga, lingo, escondidas, y todo juego que se prestara aquel día) Los más grandes empezaban a contar las míticas historias y leyendas. Muchas veces he quedado aterrado.
-¿Han visto a la llorona?- decía uno, afirmando su existencia. Decía que si la había visto más de una vez, desde la ventana de su casa, que estaba al frente de la casona.
-¿Y no tienes miedo? - preguntábamos todos.
-Yo soy valiente! -respondía rápido y efusivo.
-¿Y a que hora la viste y como es? ¿que hace?
-Solo camina, y la vi a eso de las 12 de la noche, a esa hora sale.
Ya es un poco tarde, y ese es motivo, para que alguno se vaya ya a su casa, y los que no, tambien se iban, ya que salían nuestras madres a llamarnos.

 A mi madre, le contaba aquello que escuchaba, ella me decía que no hiciera caso, y que no tuviera miedo, que la "llorona" no existe, y que en la casona, no penaba. Pero todos decían que si. Entonces empeze a creerme todo aquello. Cuando cumpli los 10 años, mis padres decidieron irse del barrio. Nos fuimos a aquella casa grande, que mi padre le había contado a mi madre un par de años atras. Espero que acabasemos el año escolar, y nos fuimos del barrio. No recuerdo si sentí tristeza, pero no olvide aquellas historias y leyendas.

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 En San Miguel habían lugares muy bonitos, y la casa que mi padre compro, estaba tan cerca al mar, que las olas se sentían en casa. Era muy agradable. Hay casas muy coloniales, y antiguas muy conservadas. Una que otra en abandono. Me inscribieron junto a mis hermanos, en un colegio, que parecia de ricos, pero era muy humilde. Un colegio nacional, donde conoci tanta gente. Con el correr del tiempo, me dí cuenta que no me gustaban los estudios. Aquí conocí a Walter. Era tan vago, y eso se me pego. Nos tirabamos la pera. Y se nos fue haciendo costumbre. Para los estudios, él siempre coimeaba a los profesores. Por un once ofrecía dinero, y siempre pasabamos de año así. Unas veces me llevaba al taller mecanico de su padre, y se llevaba algunas piezas para venderlas. Con ese dinero nos ibamos al estadio nacional, a ver los partidos de fútbol. 

Una tarde, nos fuimos a la playa, a darnos un chapuzon, estuvimos hasta muy noche. Conversamos de miles de cosas. Al volver, me señalo una casa muy grande y antigua que estaba abandonada. Yo ya la había visto antes, pero no me extraño para nada y me dijo:
-Ahí penan Daniel.
-¿como que pena? -pregunte asombrado.
-Si huevon, ahí pena, una vez entre con mi viejo, a ver por dentro como era, y empezaron a moverse cosas, salimos coheteados.
A mi madre le desagraba la idea que Walter fuera mi amigo, pero no podía hacer nada. En las reuniones de padres de familia, siempre hablaba con su madre, pero a ella le daba igual. Cuando, cumplimos 16 años acabamos el colegio y sabíamos que no eramos para estudiar. Walter empezo a trabajar con su padre. Pero siempre nos reuniamos a tomar algo con los patas que hicimos.

 El tiempo se encargo que mis padres terminaran por separarse. ¿Donde quedo el amor que ellos se tenían? Mi padre siempre fue mujeriego, pero mi madre, siempre lo perdonaba. Le aterraba, que nosotros creciarmos sin tener a papá a nuestro lado. Pero ya estaba, con idas y venidas, la separación fue inminente. Nos dejo aquella casa. Es para ustedes. Aunque veces se quedaba a dormir, un buen día se fue a vivir con una de sus hermanas. No tan lejos, ni tan cerca. Mi madre, cuando llego a este lugar, en sus ratos libres se dedicaba a confeccionar trajes, con una vecina que conocio. Y luego tras ver su buen trabajo, Don Artemio un vecino que tenía una pequeña empresa textil, las contrato. El caso es que a mi madre le fue tan bien, que con el tiempo abrio su propio negocio. Ya eramos grandes. Mi hermano Eduardo un poco cansado de estudiar, le pidio dinero a mi madre. Ella ahorraba mucho, entonces entendío a mi hermano, le dío el dinero y se fue con su enamorada a los EEUU. Allá los esperaban. Mi madre no estuvo tranquila, hasta que escucho su voz por el telefono cuando llego. Muchas veces llamaba, pero nunca más volvio por aquí.

Con 20 años, pienso que será de mi vida. No me gusta trabajar con mi madre, me parece agobiante. Ella tiene la suerte la que mi hermana, sea su mano derecha. Lleva con mucha inteligencía el dinero que bien saben hacer. Tiene a cargo unos cuantos empleados. Yo sigo frecuentando a Walter. Muchas veces nos vamos de borrachera y hacemos de las nuestras.

En un verano, veía como reparaban las calles de la avenida, y un señor me pregunto al verme tan observador:
- ¿Qué pasa muchacho, quieres chamba?
- No, solo estoy curioseando -respondí.
 -¿Si quieres chamba avisa nomas?
 -¿Y cuanto pagan?
-Eso es al final, pe'.
Sin querer, al día siguiente, estaba ahí trabajando reparando las calles, del distrito donde vivía. Era un trabajo tan sencillo. No había que esforzarse tanto. Muchas veces, me veían los amigos y compañeros que hice en el colegio. Algunos pasan en sus autos, tocan el claxón y me gritan: ¡ Daniel! Una que otra vez, sentía un poco de vergüenza, pero me daba igual. Estaba ahí por que quería. Aprendí mucho en ese oficio. Así estuve dos años. Todo el dinero que gane me lo gaste con Walter y con las chicas que saliamos. Aunque yo me consideraba sano.

Un domingo por la mañana que salí a hacer deporte, ví como llegaban unos trabajadores, a aquella casa abandonada que había visto y que Walter me señalo, que penaba. Bajaban herrmanientas, y materiales. Seguro alguíen compro la casa y la va a restaurar, pense yo. Me acerque y les pregunte si iban a chambear allí, y ellos me respondieron, con otra pregunta ¿no ves causa que si? Entonces de un auto bajo un chica rubía, muy hermosa, tenía unos ojos negros muy expresivos, miro un poco y se fue de ahí. Mire al obrero y le volví a hacer otra pregunta: Ella es la dueña. Creo que si.- fue su respuesta. No le dije aquello que me dijo Walter, tal vez les asuste.  Aunque ya había escuchado a alguna gente hablar de eso.

 SHEYLA

 Aquella enorme casa tenía más de 100 años, estaba en un buen lugar en una esquina, y estaba frente al mar. Pertencío a unos astuarianos, que llegaron al Perú. Tenían negocios textiles, pero se fueron de ahí y nunca más aparecieron. Muchas de esas cosas, me las conto Don Artemio, recuerda vagamente aquello, ya que era muy niño. Don Artemio era muy bueno, era el dueño de aquel taller de textiles. Le dio trabajo a mi madre. Se sintio bien que ella, tambien tenga exito. Él tiene una hija, Ariana, quien estudia en la universidad de Lima. Es muy linda, es amiga nuestra, pero es muy reservada y un poco extraña. Me he ido a casa, y me quedo grabado la imagen de aquella muchacha. En casa, mi madre me dice que va a comprar una casa que esta cerca, y que esta bien de precio. Para hacer un taller le sirve. Le pregunte, si tiene el dinero necesario para eso. Dijo que si, y que tal vez Don Artemio la asesore. A veces creo que él siente algo por mi madre. Es viudo hace más de 10 años. No lo se. Son amigos, y Ariana se lleva muy bien con ella y mi hermana. No se pero tal vez me anime a ver a aquella casa.

 Por la noches cuando no puedo dormir, me pongo a recordar aquellas historias, cuando era niño.

 Le conté a Walter que en aquella casa, llego a vivir una muchacha rubia, y que era muy linda. Él no me creo para nada, y me dijo: vamos a ver. Estaba extrañado. Al pasar por las calles, ibamos conversando de aquello. Si ahí penan -repetía. Llegando vimos como estaba cambiada la casa. Habían hecho un trabajo muy rapido, aquellos obreros. Walter estaba muy sorprendido de todo. Pero más aún con la belleza, de aquella chica. La mirabamos de lejos, pero ella se dio cuenta de eso.
-Vamonos sin paltas, dijo Walter. Pero yo no me quería ir, deseaba seguir viendo a aquella chica. En ese momento, decidí acercarme y hablarle. Algo dentro de mi, me impulso a eso. Ella estaba barriendo afuera. Me acerque y la salude.
-¡Hola!
-¡Hola! -respondió con una sonrisa que demostraba un poco de confusión
-¿Has comprado esta casa? Ha quedado muy bonita.
-Si verdad, pero no la compre, es nuestra. Acabo de llegar y la arreglamos.
-Si ha quedado muy linda. ¿Vive sola?
-Ahora si, dentro de poco llegan mis padres de Asturias, ¿sabes donde queda verdad?
-Si, claro que si, por cierto me llamo Daniel ¿y usted?
-Eres mayor que yo y me dices usted, me llamo Sheyla, por cierto tu nombre es muy lindo.
-Gracias, me lo elijio mi madre (risas)
-¿Y tu como te llamas? - dirijiendose a Walter.
-Walter, mucho gusto Sheyla, eres tan bonita.
-Gracias, chicos.
-Ya sabes, si necesitas algo o alguien para que te ayude en lo que quieras, nos tienes- dijo él
-Claro, ¿viven por aquí?
-Yo vivo a tres cuadras, siempre vengo a la playa -dijo Walter.
-Y yo aquí a dos, practicamente somos vecinos- dije con gran soltura.
 Nos despedimos de ella, sabiendo tal vez, que no nos llamaría nunca. En el camino Walter me dijo, le hubieras preguntado si tiene novio. Ya luego. Walter quien era el más avesado de los dos, quería que sea yo el que le sacara de todo a Sheyla. Y en el camino seguiamos diciendo lo bonita, y lo rica que estaba.

Walter me diijo que siempre discutía con su padre. En el taller, siempre estaba, pero la cagaba en todo momento, ya que no sabía mucho de ello. Los trabajos se alargaban y así no se podía seguir. Y me dijo que a veces le roba piezas y las esconde, para cualquier situación. Siempre llega a casa y habla a mi madre, quien con el tiempo le agarro cariño. Ella le ofrece trabajo, pero Walter dice que la costura no es lo suyo.


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 Cuando mi madre compro aquella casa, me contó todo lo que significaba para ella. Tal vez Don Artemio sienta que compites con él, le dije a mi madre. Al contrario, esta muy contento, y me va ayudar en todo, me respondió entusiasmada. Ella y mi hermana, ya están decididas. Tienen que contratar a alguién que le restaure y acondicione como taller. Aquella casa, estaba en una urbanizacion que fue construida en la decada del 70', ya me imagino como estaría. Pero con el correr de los días a mi madre y mi hermana, se les ocurrio una idea más descabellada aún. Como esa casa estaba en una esquina. Ellas quisieron que vivieramos ahi, y que en la casa donde estabamos, pasase a ser el taller, ya que tenía todo lo adecuado. Animate Daniel, me decían, a mi me daba igual. No se, si a mi padre, quién fue quien la compro.

 Entonces, cogimos nuestras cosas, y nos fuimos. Llegarón las cosas que eran para el taller. Las montaron tan rapido, que ni cuenta nos dimos. En el lugar donde viviamos, mi madre no hizo nada, para restaurarla al menos. Tenía 7 habitaciones muy grandes, una cocina enorme que necesitaba una reforma. Nomas la primera noche, para mi fue un desastre. Estaba en pleno sueño cuando me llama, mi madre. El baño de su habitación había un grifo que goteaba. Quería que hiciese algo urgente, para que no goteara. Me levante, y hice lo posible, cuando pensé que ya estaría todo, afirme el pie en unos de las plaquetas del suelo, y esta se hundío. Debajo de aquello se estaba prudiendo, por la humedad. En el baño de la habitacion de mi hermana pasaba algo similar. Los grifos no servian y estaban muy deteriorados. En esa madrugada, quise levantar a mi hermano menor, para que me ayudase, pero él pasaba de todo. Me dijo que tenía que madrugar para irse a estudiar. Se fueron a dormir todos, y me quede revisando todo. Ahora entiendo por que salio tan barata. Casi al acabar, entre a esa enorme cocina, a tomar un poco de café, me di cuenta que los azulejos muy antiguos se caerían en cualquier momento. Cansado no estaba, pero si un poco agobiado por esto. Iba a ser ya las 5: 30 a.m. Me acerque a la ventana. Vi la soledad de la calle, y las luces de los faroles que apenas alumbran. Desde ahí se ven muchas calles amplias, muchas casas antiguas pero bien conservadas, y de fondo el mar. Estaba tranquilo viendo y empece a pensar en Sheyla. Pero aquella tranquilidad, la rompio mi hermano Alejandro, quien se levanto para tomar algo e irse a estudiar. Me pregunto si me había quedado toda la noche. Le dije que si, y me pidio disculpas, por no ayudarme. Le dije que no se preocupase. Y se fue. Le dije a mi madre que iba a hacerme cargo de todo aquello. Lo que aprendí cuando trabaje arreglando las calles del distrito, me sirve para hacer el arreglo.

 Dedique buen tiempo en todo aquello, viviamos entre materiales, herramientas y telas que mi madre traía, por el trabajo. Empece a arreglar, y cuando estaba solo, escuchaba música para distraerme. A veces pensaba en Sheyla, no la volví a ver desde ese día. A pesar que salía y caminaba por fuera de su casa. Walter llegaba a veces a hacerme compañia, y lo ponia a ayudarme. Se quedo sorprendido de lo enorme de la casa. En un rincón del patio, él observo que había un pequeño trozo que estaba suelto, me dijo que tuviera cuidado y que lo arreglase ya, por que era muy peligroso. Estabamos ahí revisando eso. Cuando llega mi madre, con unas personas que trabajarían con ella. Esta en la cocina, haciendoles algo de comer, y nos llama, y en ese preciso instante cae ese pequeño trozo de concreto. Tal vez fue suerte o el destino. Walter se quedo muy asombrado, al ver que la llamada de mi madre, hizo que ese trozo no nos cayera. Mi madre no vio ese instante, pero si lo oyo, vino y lo vio, pero no dijimos más. En la cocina, no presento a Hector, un muchacho trujillano que le pidio trabajo a mi madre, pero no tenía donde dormir, y tambien estaba Pamela, una mujer gorda que tenia 25 años. Era muy blanca, y unos ojos verdes muy penetrantes, que sabía de confecciones e iba a asesorar a mi madre. Decía que vivía cerca. Yo nunca la había visto. Me causo extrañeza su forma extravagante de vestir. Mi madre le enseño una pequeña habitación a Hector, ahí dormiría y este se lo agradecio mucho. Mi madre era muy confiada. Luego se fueron todos. Y me quede solo. Ya tenía todo acabado. Mi madre me dio mucho dinero, por aquello. No se lo recibí, pero ella insistio tanto.

 A veces iba al taller, aquel lugar donde viviamos. En una ocasión encontre a Don Artemio y Ariana, estaban haciendo negocio con mi hermana. Seguía ahí tambien Pamela, quien ya se decía que tenía un desequilibrio emocional. Vestia muy extravagante, y usaba mucho maquillaje. A don Artemio le conte que la casa grande ya la habían vendido y estaba bien restaurada, y entonces me contó una anécdota, muy curiosa. Me dijo que hace unos 20 años, trato de comprarla por su buena ubicación, le encantaba., a pesar que decían muchas historias de esa casa, el trato con unos corredores, para hacerse con ella. Incluso ya tenía los planes para aquello. Una madrugrada, se levanto un poco efusivo, al saber que ya tendría aquella casa, por la que soltaría buen dinero. Y fue para allá, cogió un metro y empezo a medir, cuando de repente una luz muy brillante, le impidio seguir. Él penso de se trataba del reflejo de mar, o tal algo se esta quemando por dentro, tuvo tanto miedo, que se fue de ahí muy raudo. Y dos madrugadas despúes quizo hacer lo mismo, pero antes de salir tocaron a la puerta, él abrió confiado, y cuatro hombres de negro, le tiraron al suelo, y lo amenazaron en golpearlo, si seguia insistiendo en comprarla.. Ellos se fueron. Y no sabe como nadie se dio cuenta de aquello en su casa. Cuando se lo conto a su esposa, ella le dijo que tal vez haya sido una pesadilla. Él penso lo mismo, pero le quedo la duda, ya que al caer tuvo un golpe en el codo, que se le puso rojo y ella lo vio. 

Al irse, Don Artemio, me pidio que vaya alguna vez a su casa, a seguir conversando, le dije que si, por que eran muy buenas nuestras charlas. Me despedí de Ariana quien es muy timida. Lo que me conto, me dejo muy contrariado, así que me fue a dar vueltas, por ahí hasta llegar a aquella casa. Esperaba ver a Sheyla, y eso se dió gracias a que estaba fuera limpiando algunas ventanas. ¿Ya habrían llegado sus padres? me pregunte entre si. Ella se dio cuenta rápido de mi presencia y me llamo. Nos saludamos efusivamente, ella estaba con un shandal deportivo que resaltaba, su hermosa figura y se lo hice saber, ella se sonrojo ante ello. Me invito a pasar a su casa, mientras los que pasaban por ahí nos miraban. Entre y la casa estaba muy conservada, a pesar de los años que tenía. El crujir del suelo de madera, es muy estridente...
-Quiero arreglar eso -me dijo.
-Si quieres, yo puedo ayudarte.
-¿De verdad? 
-Claro que si, es muy sencillo, solo es darle una buena encerada y pulida.
-Yo tengo todo lo necesario, aquí.
-Entonces manos a la obra, eso si tu quieres.
-Si Dani, si por favor.
Nos pusimos a arreglar aquello, ella empezó a limpiar todo otra vez. Le pregunte si tenía radio para escuchar algo mientras hacíamos esa tarea. Me dijo que no tenía ni radio, ni tele, ya que solo traen malas noticias. Comprendí. Mientras enceraba y pulía y ella daba brillo a las ventanas, sin que se diera cuenta, miraba su hermosa figura. Tenía muchos cuadros antiguos, y muchas reliquias, que trajeron de Asturias, sus abuelos. Estuve con ella como unas cinco horas.
-No te invito nada de comer, por que no he tenido tiempo para comprar, si ves la nevera, no hay nada, me disculpas -dijo ella muy sonrojada.
-No te preocupes.
Le pregunte si arriba tenía el mismo problema el suelo. No, no para nada. Me enseño los demas lugares de aquella casa, pero no la de arriba, Me llevo a un ambiente que funciona como oficina. En ese lugar había, un enorme cuadro. El cuadro era una pintura antigua, pero me extrañaba que fuese ella. Me dijo que era su madre cuando joven, se lo pintaron hace mucho. Saco de un cajon una fotografía un poco antigua, y me la enseño.
-Increible- dije yo al ver tanta belleza en una fotografía.
-Esa no soy, es mi madre ¿eh? (se río)
-Pero si son identicas.
-Eso dicen, esta se la tomo en una fiesta de disfraces en esos años, es linda verdad.
-Ya se quien heredo tanta belleza.
-Te la regalo.
-¿De verdad?
-Si de verdad, eres tan buen amigo.
-Bueno, ya va a anocheser, te dejo para que descances.
-Gracias por todo Daniel.
Me acompaño, hasta el salón, miraba el suelo, y quedo maraviillada de como quedo, le dije que se podía bailar y todo.
 -¿Sabes bailar?- me pregunto
-Bueno, me defiendo, un vals criollo o tal vez una salsa.
-Yo quiero bailar, un vals, pero no criollo, un vals de Bach.
-Me gustaría, claro que si.
-Algún día Daniel, si quieres bailamos.
Me fui a casa, llevaba aquella fotografía que me regalo. Aunque era su madre, para mi era ella. Son idénticas. En la fotografía, esta con un vestido de color azul al estilo medioval, y que resalta un enorme escote. Me acorde de aquella serie que veía en la tele, la "serie rosa" Llegue a casa, converse un poco con Hector quien estaba cenando. Me dijo que estaba muy contento con lo bueno que era mi madre. Ya estaba muy cansado, y me fui a dormir, pero pensaba tanto en Sheyla que me desvele. Miraba una y otra vez, la fotografía, sabía que era su madre. En un instante, me pregunte, si podría existir la posibilidad de querer llegar a tener algo más con ella. La idea me retumbo toda la noche. No aguante, cogí la fotografía y me masturbe  pensando en ella.

Ha pasado un mes, desde aquella visita que le hice y no he vuelto a ver a Sheyla, por más que paso por su casa. Espero volver a verla.

 Walter me llama un tarde, para decirme algo que yo debía saber. No le he contado nada de Sheyla. Esta en el taller de su padre. Llama a un delivery y pide comida para nosotros.
-Oye ese pata que vive en tu casa ¿es tu primo de verdad?
-Hector.
-Si ese pata.
-Si, si pero lejano, yo ni le conocia, viene de Trujillo- le dije eso por no dejar mal un poco a Hector.
-Pucha brother como te cuento esto, pero que sin que te sientas mal.
-Cuenta normal nomas- pensando en algo malo, tal vez este haciendo algo en contra de mi madre.
-Ese huevon es cabro, hace poco entre a la discoteca, me dio ganas de mear, me fui al baño y ahí estaba que se lo comían.
-Anda huevon! ¿de verdad?
-De verdad, huevon. Yo lo conocía de aquel día en tu casa, cuando llego con la gorda de ojos verdes.
-Pero le dijiste algo.
-No, pero él se dio cuenta, y me dijo que no te dijera nada, por que eras su primo, no te preocupes le dije, pero no podía ocultarte esto.
-Bueno, también eso. Que se le hace.
-¿Y volviste a ver a Sheyla?
-Si, pero de pasada -le dije ocultándole la realidad.
-Si huevon. .Oye después de comer, me acompañas a un lugar, a hacer una vaina.
-Claro pues, sale.

Walter se había robado unas piezas de un auto en el taller, y las iba a vender. Cuando le pregunte por que hacía eso. Mi viejo dice que soy un inútil, y por eso no me paga, ya con esto me cobro ¿si o no? Llegamos al Malecón, estaba ahí un señor que le compraba algunas piezas que le robaba a su padre. Ganaba buen dinero. Pero aparte de eso se iba al acantilado que estaba muy cerca. Ahí había un puente muy viejo, también un muladar y criaban cerdos, pollos y uno que otro animal. Pasaban gente que se dedicaban a la chatarrería que lo conocían. A veces estos le guardaban el negocio. Luego nos fuimos, a tomar algo, ya anochecia.
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Caminando por la calle, sin querer, me encontre con Sheyla, venía de la playa, a pesar de ser invierno. Soy sincero que me alegre al verla. Me acerque y la salude muy efusivo. Íbamos juntos un poco extrañados por aquellas anchas calles. Ha sido tanto la conversación que se hizo tarde, ya empieza a oscurecer. Las luces de poco alumbrado se empiezan a encender.
-¿Te puedo acompañar a tu casa?
-Bueno tal vez, bueno si.
-¿Llegaron tus padres ya?
-No, todavia no.
En la puerta me quice despedir, pero algo me lo evitaba. Ella me miraba con esos ojos negros, se dio cuenta que me pasaba y me dijo si quería pasar. Acepte al instante. Ya dentro, el suelo seguía brillante.
-Mira, como brilla con tu presencia- dijo con una ocurrencia. Había colgado más cuadros aún.
 -Ya anochese, te dejo para que descanses- le dije para que estuviese más tranquila.
-¿Te quieres quedar esta noche?- mientras sus ojos alumbraban el salón.
-Claro que si.
Me sente en el enorme sofa que tiene en el salón. Saco una pequeña consola, y puso un vals. Un vals de Bach. Me cogio de la mano y empezamos a bailar. Las luces de la calle, apenas entraban por las ventanas. Me sentía tan bien, y ella igual. Al acabar, me dijo si quería dormir ahí. Me acomode en el sofá, y me dijo, no, allá arriba. Me llevo a la segunda planta. El crujir de las escaleras, sonando, me hiceron sentir un poco de temor, pero ya estaba entregado. Empece a recordar las historias que me contaron Walter y Don Artemio, las historías de aquella casona del barrio de donde vivía. Su enorme habitación, tiene una gran ventana que da a la calle. No me había fijado en aquella, al pasar por ahí siempre. Me acoste en una cama, pensando en que ella se iría a otra, ya que habían varias. Muchas antiguedades adornaban el ambiente. Estaba echado, ví el reloj, ya iban a ser las 11 de la noche. Empece a sentir temor, más por aquellas historias. Entro ella, con un camison de dormir, y se echo a mi lado. Cogio mi cabeza, y me abrazo. Puso mi rostro en el escote de aquel camison..
-Eres tan bueno Dani. Eres tan bueno -dijo una vez, y otra.
Mientras yo deseaba conciliar el sueño ya. Acaricio mi rostro. Solte un momento sus manos de mi rostro, le mire a los ojos, y le di un beso en la mejilla y volví a poner mi rostro en su pecho, ella me abrazaba, mientras decía otra vez: Que tierno eres Dani. Y así nos quedamos dormidos. Al amanecer, estaba solo en aquella cama. Nada extraño había ocurrido. Me levante a ver por la ventana. Eran ya las 9:00 a.m. Estaba Sheyla conversando afuera con Pamela, aquella gorda de ojos verdes, que asesora a mi madre y a mi hermana. Procure, que no se diera cuenta de mi. Pero ella se si fijo en mi. Volteo a mirarme, y sus enormes ojos verdes como una luz brillante e impactante, me dieron mucho miedo. Espere que se fuera. Al bajar, no había nadie ya. La curiosidad me entro al ver si tenía algo de comer. No había cocina , no había nada. Me fui muy extrañado. Estuve todo el día en casa, no había nadie. Comí todo lo que pude comer, ya que me moria de hambre.
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Al llegar a casa, Hector, me saludo y se metio raudo a su habitación. Se ducho y se fue. Llegaron mi madre y mi hermanos. Quise callarme, pero le conte todo a mi madre, sobre Hector, ella ya había recibido noticias sobre aquello. Cayo la noche, y llego él, mi madre lo miro, y le pregunto como le iba. Él no sabía que responder, se avergonzo un montón. Y es ahí que metí mi palabra, en esa conversación
-Cuenta que te pasa.
-Nada, nada- dijo
-Dejalo- respondio mi madre.
-Por que no cuentas, que paras en las discos, ahí regalandote como vil maricón -dije algo enfurecido.
Hector no aguanto y se metio a su habitación. Mi madre ya no le dijo nada. Solo esperaba que saliera y dijera algo. No se escucho nada por 30 minutos, mi madre penso en que podría hacer algo malo, dentro. Toco su puerta, pero no respondía. Me llamo y me pidio abrir la puerta, pero él salio. Abrazo a mi madre y empezo a llorar. Ella le consolo, y le dijo que respetaba la vida, pero que empezara a respetarse él mismo. Yo creí que mi madre tal vez le eche un sermón, como nos los echa a nosotros, y más aún a Eduardo que a veces llama de los EEUU. Nunca más volvio.
Los negocios de mi madre con Artemio, van bien. Pero existe un pequeño asunto que nos les gusta. Pamela, es una persona muy intrasigente, despota y mala. Pero asesora muy bien a mi madre. Muchas veces la timidez de Ariana, hace que Pamela, se irrite, y de eso se dio cuenta mi hermana, pero no se atreve decirle nada. Muchas veces me pregunto, de que conoce Sheyla a Pamela. Si me vio en casa de Sheyla, por que no se le dijo a mi madre. 

Algunas veces viene mi padre a visitarnos. Sigue solo. Le pedimos que vuelva, ya que hay un monton de habitaciones libres en casa, pero no quiere.

LA DESAPARICIÓN DE ARIANA

 La mañana de un lunes, fue muy aterrador para nosotros.

Muy temprano llamo a casa Don Artemio para decir que Ariana había desaparecido. No sabía nada de ella, anda buscandola. No contó que en la puerta de su casa, aparecio un mechon de su cabello. Estaba muy triste y desesperado. Fuimos a su casa, en ese instante. Mientras ya había policias ahí. En su jardín estaba él esperando su regreso. Luego de eso llego mi hermana quien consolo a don Artemio, diciendole que todo saldría bien. Pero llego Pamela, a quien él no quería ver para nada. Al verme, entro en una desesperación. Pamela estaba furiosa por ese desplante. Vestía una especie de vestido sevillano que usan las que bailan flamenco, estaba muy maquillada. Entonces fue mirar sus ojos, estos volvieron a encenderse y tuve un miedo aterrador. Me fui de ahí, estaba asustado ante eso. Me sentía apenado, quería que Ariana volviese y que estuviese a salvo. ¿Donde estaría? A pesar de ser amigos, no hablabamos mucho. 

 Ya era muy tarde, empezo a oscurecer, no sabía a donde ir, así que fuí en busca de Sheyla. La luces empezaron a encederse. Me pare en frente de la ventana que da a esa habitación, y empece a gritar: ¡Sheyla! ¡Sheyla! ¡Sheyla! Pero ella no aparecio. Me fuí donde Walter, quien ya sabía lo que había pasado con Ariana, me pidio que me calmara. Estuvimos, en el taller. Ya más calmado, le pedí ir a caminar por ahí. Me pidio disculpas ya que no podía. Tenía que dejar listo un auto, para mañana temprano, pensé quedarme con él, pero le quitaría tiempo. Mañana nos vemos, le dije, y me fui a caminar.

 Al día siguiente no habían noticias alentadoras de Ariana, pero algo más sorprendente paso. Don Artemio encontro un perro lleno de pulgas en su jardín, llamo a uno de sus empleados para que lo echase. Al echarlo, debajo del perro había otro mechon de pelo de Ariana, esto dejo más soprendido a Don Artemio. Estuve con él, toda la mañana. Por la tarde no comi nada. Y me fui en busca de alguien. Caminando por las calles, me encontre con la gente con quien trabaje en aquel tiempo arreglando las calles. Estaban reparando algunos forados, que dejan las altas mareas del mar. Estuve con ellos, para distraerme, incluso llegue a coger una plancha, y ayudando a pulir. Así dió la tarde. Las luces a medio encender, dan esa sensación, se acerca la noche. No se ha adonde ir. Ya empezo a oscurecer. Me despido de ellos, aunque me invitan a quedarme, ya que se iran a tomar algo, por el cumpleaños de uno de ellos. Pero desisto y me voy. Por una calle muy amplia. La luz de fragil proyección del alumbrado, me hacen tararear unos valses, para distraerme. En un jardin de una casa en una esquina, voy viendo, como casi no haya gente afuera. Camino solo, son las 9 de la noche. Sigo y no hay nadie, excepto yo. Cuando de repente mi vista se fija en unos arbustos, que dan forma a un jardin de una casa muy elegante, pero muy oscura. Salio caminando a paso lento una mujer con un camison. Me detuve a ver quien era. caminaba sin que nada la detuviera. Entonces empeze a tener mucho miedo, ella caminaba, quise dar pasos atras pero algo me impedía. Ella vio mi titubeo, volteo, en ese instante, su camison, blanco y de mangas azules resplandecían con una gran luz, y sus ojos brillaban, y se posaron en mi fijamente. Di medía vuelta y en ese instante empece a dar paso alargados, estaba muy aterrado. Ella siguio caminando. He corrido tanto, que me he parado en un poste de luz, me abrace a el, y grite con todas mis fuerzas. Pero nadie me escuchaba. Salio un hombre gordo, de un bar. Era Perico un vecino del barrio. -¿Que te pasa Daniel? entra que te invito una copa. Entre y estaban festejando el cumpleaños de aquel compañero del trabajo. Me quede con ellos, hasta muy tarde.

 No hay noticias de Ariana, y creo que don Artemio se teme lo peor, ya que nadie llama, para pedirle rescate o algo parecido. Mi madre y mi hermana, siguen preocupadas, y siempre dan su apoyo a don Artemio. No me atrevo a contarle a nadie de lo que me paso esa noche. Sali a caminar por la mañana y queriendo fui a ver a Sheyla. Ella es staba en la puerta de su casa. Me acerque, y me saludo muy efusivamente. Le dije que si podía aceptarme una invitacion a comer algo por ahí, pero no acepto. Entramos a su casa, y estaba muy descuidada. Me dijo que ha estado muy ocupada en este tiempo. Estuve todo el día con ella.  A ratos largos no había palabras, solo quería estar con ella. Al irme, le dije que si podía venir a verla siempre. Ella me dijo que si. 

Cuando me iba a verla por la mañana siguiente, estaba en casa con mi hermano los dos solos, y le dije que por que no había ido a estudiar, me dijo que estaba mal. Toque su frente, y tenía fiebre. Me quede ahí para cuidarlo. Al salir a comprar unas medicinas, me encontré a Sheyla conversando con Pamela. Espere que terminaran, entonces ella se fue caminando, le di el alcance. Se sorprendió al verme ahí, le conté lo de mi hermano, y por eso las medicinas. Le pregunte si quería ir conmigo a casa. Ella acepto al instante. Entre a la habitación de Alejandro, pero estaba tan enfermo que no quería ver a nadie. Sheyla cogió una escoba, y empezó a limpiar, le dije que no hiciera esto, pero ella no quizo, y se puso ayudarme., Y nos pusimos a limpiar juntos. A la hora de comer, no quiso nada, ya que se sentía un poco mal del estomago. Volvimos a  entrar a la habitación de mi hermano, y empezamos a arreglar, él me dijo que no hiciera nada, no se percato de Sheyla, quien le sonreía. Terminamos ahí. Espere que llegase Hector, y viera a Alejandro para cualquier cosa.

 Me fuí con Sheyla a su casa, me invito a pasar. Me quede otra vez con ella en su casa. Sigue aún más descuidada, el brillo del suelo desaparecio. Al caer la noche, me volvió a invitar a pasar la noche. Deseaba eso. Me agrada la idea, y acepte- Volvió a darme aquella habitación. Me acoste.
-Estas bien, te traigo alguna manta?
-No, estoy bien- le dije esperando que se acueste conmigo como aquella vez. Se fue un buen rato, y volvió. Llevaba puesto un camison muy reluciente. Se acosto conmigo y me pregunto.
-¿Te sigues masturbando con la fotografía de mi madre que te regale?
-¡No!, como dices eso.
-No, es que a los chicos con quienes salia, les regale tambien una igual y siempre lo hacían
-De verdad? pues yo no.
-No te preocupes tonto, eres tan lindo. Y acurruque mi cabeza en su pecho. Y nos quedamos dormidos. Al amanecer, he vuelto a despertar solo. Me ido, ya sin curiosear nada.

La semanas pasan y no hay noticias de Ariana y eso nos entristece más. Todo esta en manos de la policia. Aunque siguen habiendo más cosas extrañas.


Con Walter y sus trapicheos con su padre siguen a la orden del día. En una noche, me pide acompañarlo al acantilado. Ahí ha de negociar la venta de unos repuestos muy caros. Estamos en un auto muy viejo que el consiguió en el taller. En el basural hay gente que rebusca cosas. Ya era muy tarde, como las 11 de la noche, llegaron aquellos a quienes Walter les vendía eso. Entonces entre el basural y el muladar ellos se fueron. Walter me dijo que nos quedaramos ahí para curiosear, por que siempre llegaban parejas a tener sexo debajo del puente. Me negué pero al final acepte. Estuvimos viendo los corrales de cerdos y pollos. El basural, donde llegaba más gente. Nos pusimos  al lado del puente viejo. Bajamos y veíamos como corrian las ratas enormes...
-Escondete un poco que viene alguien- me dijo. Al escondernos, vimos como una mujer de camison un poco percudido, llevaba comida, y se la ponía para que se la comieran las ratas. Esperamos, que pasaba. Las ratas comían y quedaban atontadas,  entonces caían. La mujer les cortaba las colas, y se las guardaba, y a aquellas ratas las tiraba por al acantilado. Al ver eso, nos entro miedo, Walter se paro y trastabillo, la mujer volteo y sus ojos se encienderon. 
-Nos ha visto huevon, corre!! Entonces fuimos al auto, y este no arrancaba, por los nervios de Walter. Vimos por los espejos que ella trataba de seguirnos...y ella grito algo pero no recuerdo que. Al irnos de ahí Walter me dijo, es la llorona, es la llorona, huevon!! No sabía que decirle. Solo pensaba en salir de aquel lugar. Ya mucho más tranquilos lejos de ahí me dijo algo que no esperaba
-¿Sabes a quien se parecía la llorona?
-¿A quien? a tu hembra -le dije en forma chistosa, para aliviar el miedo
-No huevon, a Sheyla, esa rubia de esa casa.
-Anda huevon- respondí extrañado.
-Si huevon ademas, ya nunca más la volví a ver desde esa unica vez y me quedo grabado su rostro.
-¿De verdad?
-Si verdad, no me digas que tu la has visto.
Nos fuimos a casa, y dormimos allí- Él tenía mucho miedo. Nos quedamos conversando tantas historias.
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La relación entre mi madre y Pamela, se ha distanciado. El mal caracter de esta hace que mi madre pierda un poco los papeles, así que ha decidido pedirle que se retire del negocio. Pero Pamela no ha aceptado, y le ha pedido una gran suma por la .indemnización por aquello. Han surgido muchos problemas ante esto. Han pasado dos meses desde que desapareció Ariana, y no hay noticias de ella. Pero algo nos dice que ella sigue viva. Don Artemio sigue destrozado, por el cumpleaños de su hija oficio una misa de salud. En esta llegaron todos los amigos y familia venida de todos lados. En el jardín de don Artemio, hay una caseta para el perro, aunque hace muchos años que no tienen perro, aún la tiene. Me entra la curiosidad, por lo bien acabado que esta. Metí la cabeza, por dentro, y ahí encontré un mechon del pelo castaño de Ariana, se lo hice saber, para sentir que ella sigue viva. ¿Quién pondría ese mechón ahí?  

Hace unos días decidi ir a ver a Sheyla pero ella no esta. Me preocupa. Pero más me preocupa, aquella disputa de mi madre y de mi hermana con Pamela. Llega a casa, a amezarlas con muchas cosas, con tal de recibir el dinero que ella, pide. A veces me refugio en casa, y no salgo. Pero una mañana, en la ventana, vi como llegaba Sheyla, con una sonrisa, y empieza a gritar desde afuera
-Daniel, Daniel, Daniel!!!
He bajado muy raudo, y feliz. Me abraza y me pregunta como he estado. Me dio un beso en la mejilla. Le pregunte que ha pasado con ella en estos días. Me invito a su casa. Y nos fuimos. Estuve con ella todo el día. Afuera empieza a caer una pequeña garua. Ahora yo le he pedido quedarme, por que quería estar más tiempo a su lado. Nos sentamos en el sofa, y me ha contado miles de cosas, de Asturias, y de sus padres que ya estan por llegar. Ya es muy tarde, y me lleva a aquella habitación que ya conocia. Estaba muy cambiada y arreglada. Ella me dijo que la arreglo por que sabía que yo iba a llegar. Nos acostamos juntos. Ella tenía puesto un camison. Este era nuevo, y muy bonito tenía unas rayas azules en la mangas. Me abrazo fuertemente y me dijo otra vez: Dani que tierno eres. En ese instante Sin pensarlo dos veces le bese los labios, sus ojos se maravillaron y brillaron con una luz muy fuerte. Nos besabamos, nos desnudamos mutuamente...Me susurro que era la primera vez que estaba con alguien así. Hicimos el amor, toda la madrugada, y afuera empezo a llover tan fuerte. Al acabar nos quedamos dormidos. Pero en un instante el sonido de la puerta nos levanto. Ella no estaba ahí, Me acerque a la ventana, y vi que Sheyla estaba discutiendo con Pamela. Ella al ver mi sombra por la luz del farol enfurecio más. Vio donde estaba, y sus ojos explotaron. Empujo a Sheyla, y vino a mi alcance. Yo estaba muy aterrado. Golpeo la puerta de la habitación, y se me abalanzó, corri despavorido por el salón. Pero ella era tan veloz, que me dio alcance, En el enorme salón de la segunda planta, empece a gritar, pero mis gritos no llegaban a ningun lado, y solo se escuchaba el sonido del mar. Sheyla impidio a Pamela acercarse a mi. Pero ella le propino un certero golpe, y empezaron a pelear. Intente ayudar a Sheyla, pero Pamela con gran fuerza, se deshizo de ella, me cogio del brazo, y empezo a mordermelo. Grite de dolor, ella no paraba de morderme, le brillaban los ojos verdes de ira. Me estaba dejando sin aliento, y no paraba. Entonces Sheyla cogió una espada que tenía colgada en una pared, y por la espalda le propino un certero golpe, que la desmayo. Me pude soltar, Sheyla me pidio que me vaya, pero no le hice caso. No quise dejarla sola. En ese instante remato a Pamela, hasta matarla. Yo me tumbe en un rincón del salón, sin poder dar credito a todo esto que pasaba. Arrastro a Pamela, por el salón, y la arrojo por una de las ventanas, hacía el jardín. Me vio, se me acerco,  y me dijo:
-No tengas miedo Dani, no tengas miedo. Se sento a mi lado, y vio mi brazo adolorido de aquel mordisco. Empezó a aliviarme con sus caricias. No quería ni preguntarle por que esa reaccion de Pamela.. Y si verían el cuerpo de ella en su jardín. Me hizo parar, vio que estaba tan aterrado. Me abrazo, no te preocupes. Salimos a la calles, en plena madrugada y llovizna. Y me llevo a casa de Pamela, una casa muy vieja. Entre y en un cuarto, estaba atada Ariana, solte las amarras. Ella no tenia fuerzas, pero me abrazo aterrada, y lloraba. No soltaba palabra alguna. Le había cortado el pelo. Sheyla me pidio que la dejase ir sola. Que no la acompañase. Ariana, en ese instante se fue a casa sola...
-¿Cómo sabías que estaba aquí Ariana? -le pregunte muy asustado
- Pamela es mala, con quienes la miran mal, y tu le caes mal.
-¿Pero de que la conoces?
-Es mi prima, pero igual le caigo mal también. Y sabía que tenía a Ariana con ella.
-¿Por que no me dijiste nada?
-Atacaría a tu madre y a tu hermana, y eso no quieres ¿verdad? Yo no quería que sufras.

Salimos de esa casa, un poco aliviado por Ariana. Nos fuimos caminando, pero pasamos por su casa, el mar esta muy friolento. Aún no amanece.
-Vamos por aquí acompañame.
-¿A donde vamos? dime.
-No tengas miedo Dani, no tengas miedo.
Caminamos tanto, y llegamos al cementerio Municipal. Empece a tener más miedo aún.
-Tu eres bueno Dani, no tengas miedo.
-No me digas que vas atravesar el enrejado.
-No.
Sheyla abrio la cerradura del portón metalico del cementerio. No había nadie. Y eso me extrañaba. Caminamos dentro. Me conto miles de cosas. Y me llevo a un nicho. En la lapida decía muy claramente:

Sheyla Rodriguez Pernía
Asturias 1920 - Lima 1940

Sheyla había muerto intentando de escapar, de la maldad de Pamela, su prima, quien había perdido locamente la cabeza por su belleza. En una fiesta Pamela intento abusar de ella junto a otros, Sheyla se dio cuenta de lo que querían hacerle, logro escapar, pero en la calle resbalo debido a las aceras mojadas de la garúa de la madrugada, se golpeo la cabeza y murio. Ella no la dejaba tener enamorado o novio alguno. Sus padres no aguantaron la pena, y se volvieron a Asturias, pero no pudieron vender la casa. Cada cierto tiempo ella vuelve más allá para vengarse de Pamela. Aunque Pamela murio de sobrepeso, a los 25 años, ella quizo ser quien la matase de verdad..

No daba credito a aquello. Aunque ahora entiendo muchas cosas. Me pidio ir. Me dio un beso en la mejilla. Mientras me iba, a ella el camison aquel le iba brillando. Ya lo habia visto. Era aquella mujer de esa noche, la mujer del puente. Al salir del cementerio, me alzo la mano y me dijo, siempre te recordare Daniel.

Al llegar a casa de día, mi madre estaba esperandome para darme la noticia, que Ariana había aparecido. Penso que estaba bebido y me pidio que vaya a descansar. Antes de irse a estudiar, Alejandro me dijo:
-Asu! vaya borrachera te has metido, que cara llevas.
-Me voy a dormir, un poco, más tarde voy a ver a Ariana.
-Yo voy para allá voy a saludarla, le cuento que vas mas tarde, chau.

Me he quedado en un profundo sueño. Entonces ha aparecido, Sheyla..
-¡Daniel, Daniel!, despierta.
-Dime ¿que pasa?
-Cuida mi casa, no dejes que nadie la venda, sabes que llegare otra vez.
-Descuida, ire a cerrar las puertas, y cuidarla. No te preocupes.
-Eres muy lindo Daniel, espero volver  a verte. Me beso la mejilla y se fue

Me fuí a ver a Ariana, don Artemio, estaba tan contento. Pero Ariana no recordaba nada, me abrazo y me agradecio, que apoyase a su padre en ese tiempo.
-Gracias Daniel, gracias Dani, que tierno eres.
 Aquellas palabras me reconfortaron y extrañaron a la vez.

  Quise y fui a ver la casa de Sheyla, espere ver policias, revisando tal vez el cuerpo de Pamela, pero algo extraño pasaba. Aquella casa, estaba como antes, tan abandonada. Como aquella vez en que la ví con mi amigo Walter antes que llegase Sheyla. y aquellos obreros. Pensé en ir al cementerio, pero  desistía, tenía tanto miedo. Me fui a caminar por la playa.




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